Treinta años después de retirarse conocemos a un nonagenario Sherlock quien rememora a lo largo de la película el caso que le llevó al exilio. Dos investigaciones del pasado, una lejana ciertamente curiosa y otra más reciente que apenas aporta nada, se intercalan con el presente para mostrarnos la vertiente más íntima del famoso detective, magistralmente interpretado por Sir Ian McKellen, que con setenta y seis años demuestra que está en plena forma. El reducido reparto le cede gustosamente todo el protagonismo, sin desentonar con su actuaciones, y enmarcados en una realización clásica, elegante y sin aspavientos que hacen de este largometraje una experiencia amable y bastante amena.
Mi puntuación: 6/10