Adaptación de una obra teatral que hace setenta y cinco años ya fue trasladada a la gran pantalla por nada más y nada menos que David Lean. Sin haber visto esta primera versión, podemos afirmar que la nueva se queda coja en varios aspectos, empezando por una historia que avanza a tirones y unas interpretaciones, que con la clara intención de imitar el paródico estilo de antaño, acaban siendo un pelín cargantes. Aún así, gracias a su escueta duración y al caos reinante en varios momentos, resulta ligeramente entretenida, y aunque las fantasmas y fantasmadas que nos muestran no nos maten de risa, al menos tampoco lo hacen de aburrimiento.
Mi puntuación: 5/10