Han pasado más de treinta y cinco años desde la primera Top Gun, retrasos COVID incluidos, y por fin llega la secuela. Si aquella era un vehículo para el lanzamiento al estrellato de un emergente Tom Cruise, esta lo es para fortalecer y consolidar el status del ya veterano actor tras décadas de exitosa carrera. Riesgos los mínimos, no se han querido ni hacían falta, lo importante es ofrecer a un público entregado la testosterona a raudales que desea y espera encontrar, dentro de los límites obligados por la corrección política, algo de romance y heroísmo patriótico a la mayor gloria épica de la US Navy. El envite era aumentar y mejorar la espectacularidad, y en eso, por las barbas de Belcebú, que lo han conseguido de principio a fin, por ello cobra mayor sentido la obligación de visionar la película en una gran pantalla con las mejores condiciones posibles de imagen y sonido. Que el guion sea tópico y previsible carece de importancia ante tal apabullante despliegue de medios y acción vertiginosa. Ténganlo en cuenta y no duden en acudir a una de esas mágicas salas oscuras.
Puntuación @tomgut65: 6/10