El mundo se inunda, y una niña desbordante de imaginación, nos muestra como lo vive en un entorno lleno de pobreza pero no carente de felicidad. Las metáforas, simbolismos y mensajes, tanto sociales como ecológicos, copan la película, lo que puede despistar al espectador, unido además al caótico uso de la cámara en mano. Todo esto se compensa con la espectacular interpretación de una jovencísima actriz de solamente cinco años y de cómo es capaz de transportarnos dentro de un singular cuento de hadas donde las imágenes y las miradas hablan por sí solas.
Mi puntuación: 6/10