El listón estaba alto después de una primera temporada alabada por crítica y público y cuya premisa global, enfocada de un modo personal, parecía que perdía fuelle. Pero nada más lejos de la realidad, ya que en esta nueva entrega han surgido varias tramas secundarias, a cada cual más interesante y trascendental, que enfatizan aún más la sensación de inquietud que absorbe cada capítulo y llega a unos niveles de tensión constante que a veces cuesta asumir.
Para ello se ha ido más allá de la criada protagonista, impecable y soberbia otra vez, y se ha indagado en los miedos, motivaciones e historias del resto de personajes habituales, con algún que otro fichaje que ha enriquecido este universo distópico que cada vez pone los pelos más de punta. Poco importa que la duración de los trece episodios que componen esta segunda temporada casi siempre roce los sesenta minutos, siempre hay algún giro o suceso trágico que nos deja con ganas de más, y sobre todo con la incertidumbre de saber cómo es posible salir vivo de este embrollo de proporciones bíblicas.
Mi puntuación: 8/10