Una premisa rebuscada sirve como excusa para deleitarnos con este divertimento que desde el primer al último minuto no decae en ritmo y desparpajo en ningún momento. Salvando las distancias, nos encontramos con una mezcla de diálogos estilo Quentin Tarantino con una frenética realización semejante al mejor Guy Ritchie. Además, con la excusa del destino o la mala suerte, la historia se mueve a base de coincidencias ocurrentes que funcionan pese a su oportunismo, mérito en gran medida a un reparto tan chisposo como chistoso. Una comedia de acción de las que apetece ver sin reparos en cualquier momento, y si es en una fresquita sala de cine mucho mejor.
Mi puntuación: 6/10