A la lista de méritos de Dory y Nemo -entre los que se encuentran cruzar el océano de punta a punta, burlar tiburones y huir de una pecera para volver a la vida entre corales- se suma ahora otra hazaña: rescatar a Disney de un año complicado en taquilla. Pero… ¿No decían que segundas partes nunca fueron buenas? Esto, desde luego, no se aplica a la nueva película de la saga, Buscando a Dory.
"Piratas del Caribe", "Alicia en el país de las maravillas" o "Monstruos S.A." son solo algunas de las producciones a las que, tras arrasar en taquilla, Disney decidió dar continuidad. Producir secuelas resulta, a menudo, igual o más difícil que crear películas originales.
El reto de repetir éxito es doble: dar a los espectadores eso que tanto les gusta y a los inversores las ganancias que esperan. Disney es un incansable productor de franquicias. Algunas tuvieron tanto éxito que sobrepasaron a la película original, hay otras que nunca llegaron a producirse y producciones que se convirtieron en sagas interminables.
Una de las más exitosas fue Toy Story, las cintas de animación que dieron vida a los juguetes de todo el mundo. La primera película se estrenó en 1995, en un fin de semana que coincidió (de forma estratégica) con acción de gracias en Estados Unidos, y las familias hicieron cola en la puerta de los cines para ver un filme que nadie quería perderse.
En realidad, todo era fruto de una hábil estrategia de Steve Jobs, fundador de Apple, que había comprado Pixar al salir de su empresa. Jobs se las arregló para que el estudio de animación saliera a bolsa una semana después del estreno de Toy Story. El éxito de la película fue tal que las acciones de la empresa, que llegó a recaudar 132 millones de dólares, pasaron de 22 a 49 dólares el primer día.
Tras el estreno de la innovadora cinta, la primera en estar hecha íntegramente por ordenar, otras dos superproducciones le siguieron. “Toy Story 2” (1999) volvió a convertirse en un éxito de crítica y público y fue calificada por muchos como "la secuela perfecta", una producción inteligente y repleta de humor delicado.
Un año después, cuando todos dudaban de la necesidad de una tercera película, llegó “Toy Story 3” (2010) y ganó dos premios Oscar –mejor película de animación y canción-. Aunque este parecía el final perfecto, los creadores de la saga tenían otros planes y en 2014 anunciaron que una cuarta entrega estaba en camino: “Toy Story 4” llegará a la gran pantalla en 2018.
Sin embargo, no todas las películas de Disney corrieron la misma suerte. La cinta John Carter (2012), que se suponía iba a tener una secuela, pasó a la historia con el dudoso honor de ser la película que más pérdidas ha acumulado: 200 millones de dólares. Uno de los mayores batacazos en Hollywood y un duro golpe para la productora.
Por suerte, otros estrenos como “Brave” y “Los vengadores” salvaron el año. Quien no pudo salvarse fue Rich Ross, presidente de los estudios en ese momento, que renunció tan solo un mes después de la hecatombe financiera. Disney no quiso saber nada más del bueno de John Carter, un veterano de la guerra civil enviado a Marte para lidiar con sus habitantes, y canceló la producción de la segunda parte.
Disney ha hecho de todo aquello que fue un éxito un remake o una secuela, lo que muchos han calificado como una actitud cómoda y centrada en hacer dinero. Todas esas segundas partes, remakes, precuelas y secuelas apelan a la nostalgia del espectador, que quiere revivir lo que sintió al ver la película original, pero son muchas veces prescindibles .
De momento, Pixar ha anunciado que, tras el estreno de "Los Increíbles 2" en 2019, deja las secuelas para centrarse en crear películas originales, ¿Cuánto duraran las buenas intenciones?
Reportaje escrito por Beatriz Díaz - @Beadp1