Marc Crehuet lleva a las pantallas cinematográfica la adaptación de su propia obra de teatro, convirtiéndose además así en la ópera prima del director. Tras una muy buena recepción en tablas, Crehuet se rodea del mismo elenco para filmar esta comedia negra que cuenta el encuentro casual entre un antidisturbios y un antisistema al que el primero le ha destrozado un ojo en un disparo perdido durante una manifestación. Esto detona un viaje interior que, como no podía ser de otra forma al tratarse de un texto teatral, requiere de pocos personajes y espacios para ser contado. Así, Alain Hernández (Palmeras en la nieve), Miki Esparbé (Perdiendo el norte), Betsy Túrnez (Ahora o nunca) y Ruth Llopis (Barcelona nit d’hivern) repiten como pilares principales de esta historia.
|
Un momento de la primera escena de la película |
Soy muy fan, por no decir casi incondicional, de las películas que eligen pocos actores y escenarios muy acotados para contar sus historias. Porque por lo general suelen sustentarse tanto en el guión que el cuidado detalle de éste se sobrepone por encima de cualquier otra cosa (algo que a veces parece menos corriente de lo que debiera). Con eso, El rey tuerto ya me tenía ganado de partida. Si a eso le sumamos la premisa, muy complicado lo tenía que hacer Crehuet para que el resultado final me acabara decepcionando. Y no, no es el caso. El director lleva perfectamente bien el tono y la dirección de unos actores soberbios en sus papeles. El resultado es una buena comedia negra que sabe aprovechar sus virtudes y disimular sus defectos.
Entre sus virtudes, un humor negro y ácido que se sustenta en la carcajada para remarcar la crítica social que fluye a lo largo de toda la película. La desigualdad, el abuso de autoridad policial, la desvergüenza política, la falta de valores sociales… todos estos temas son tratados en mayor o menor medida entre risa y risa sin por ello perder un sólo matiz por el camino.
Aunque todos los actores se funden a la perfección con el traje de sus personajes, cabe destacar la interpretación de Alain Hernández en el personaje de David, el antidisturbios que cometió la acción que sirve para detonar la trama de la película y el protagonista que sirve como eje principal de la misma. Un trabajo interpretativo maravilloso, lleno de fuerza y tremendamente perturbador. Su personaje es un imán de buenos momentos dentro de la película y casi se echan en faltas las escenas (pocas) en las que no sale. Me centro en él, porque es inevitable, pero no quiero olvidarme de hacer otra mención especial al papelón que se marca Betsy Túrnez como esposa en la ficción de Alain Hernández.
|
Alain Hernádez en el papel de David |
Como punto negativo, y por ponernos pejigueras, quizás se le pueda reprochar algún pequeño problema de ritmo. Hay momentos en que la película parece decaer para ser rescatada de nuevo por la siguiente escena. Pero es cierto que esta sensación es demasiado leve como para desmerecer el buen hacer general detrás de la película.
Es cierto que quizás el tono de comedia de El rey tuerto no sea el más taquillero posible. Y es una pena porque la película merece ser vista. Si tienes algún cine cerca no pierdas la oportunidad de ver esta ópera prima antes de que caiga de cartelera. Hay director para rato.
Lo mejor: El papel de Alain Hernández como David. Carismático y perturbador, sencillo y complejo.
Lo peor: Algún pequeño problema de ritmo.
Nota: 6,5/10