Ocho actores con tablas, el comedor de una casa y un guión sólido son los elementos que componen esta modesta película de ciencia ficción que sin necesidad de efectos especiales es capaz de transportarnos a otras épocas mediante el simple uso de las palabras. La sencilla puesta en escena deja todo el peso narrativo en manos de los personajes, y en especial de su protagonista principal, que con una sencilla historia consigue atrapar al espectador desde su intrigante inicio hasta un desenlace cuanto menos sorprendente. Una apuesta segura para dar pie a debates científicos y religiosos.
Mi puntuación: 7/10