Como película de boxeo usa todos los tópicos que ya hemos visto multitud de veces en producciones similares, tirando de la épica pugilística habitual, vista sobre todo en la saga Rocky, lo cual se podría considerar o bien una alarmante falta de originalidad o mirándolo por el lado positivo, un rebuscado homenaje futurista. En cuanto a la relación de Hugh Jackman con su hijo ficticio se agradece que no hayan querido buscar la lágrima fácil continuamente y que el niño, lejos de ser repelente como suele ser costumbre, llega a caer bien y todo. En resumen, a pesar de tener ciertos altibajos debido a sus más de dos horas de duración resulta menos ridícula e interesante de lo que a priori pueda parecer.
Mi puntuación: 6/10