Las televisiones británicas, públicas o privadas, nos tienen mal acostumbrados, siempre nos sentamos ante la pantalla con las expectativas muy altas esperando hallar brillantez técnica y argumental. En el primer aspecto esta serie no merece cuestionamiento, en cambio en el segundo cojea lo suficiente como para crear cierta controversia. Es un serial policíaco al uso que va derivando desde la tragedia hacia el melodrama, con migajas folletinescas, sustentadas en forzadas casualidades de la vida, las inevitables mentiras, las medias verdades y los secretos inconfesables, es decir, las atávicas cuestiones que siempre aparecen en este género. Además por ahí se asoman un par de adolescentes descerebrados que rellenan minutaje sin que sus peripecias sean realmente necesarias para el devenir del relato.
Pero intentemos que los árboles no nos impidan ver el bosque y dejemos a un lado las objeciones argumentales y fijémonos en el conjunto. El cómputo final nos da una buena tanda de giros en cada capítulo que aportan el interés, la emoción y la intriga imprescindibles, unas interpretaciones solventes y moduladas, verosimilitud en las acciones policiales descritas y que pese a los reparos que hemos expuesto en lineas anteriores se evita caer en la lágrima fácil o el tremendismo sensacionalista. Quién desee disfrutar plenamente de esta y otras series anglosajonas le recomendamos se pase por Filmin y, sobre todo, las visione en versión original que es la mejor forma de apreciar todo el talento que destilan los actores de la escuela inglesa.