Jennifer López se queda con lo más sustancioso en esta cinta de corte feminista, sección empoderamiento. Exhibe un poderío físico envidiable en la barra de stripper y fuera de ella, como la diva que es, y una vigorosa elocuencia en los diálogos, que son por cierto lo más destacable. Lo que resta carece de músculo dramático o semicómico, ni siquiera como reflejo de unos supuestos hechos reales, por el tono ligero, presuroso y deslavazado que la directora le imprime. Y no es que le falte cierto encanto y algo de crítica sardónica a la jungla de Wall Street y sus tiburones financieros, pero el caldo resultante es más propio de dietas hipocalóricas. Producto digno, entretenido e irrelevante, poco más que decir.
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