Es muy mala señal que una película te deje indiferente, sobre todo si viene de la mano del director y guionista austriaco Michael Haneke, capaz de sacar los peores y mejores sentimientos del espectador. Quizá la culpa la tengan unos personajes antipáticos interpretados y filmados intencionadamente de manera muy distante. O puede que la responsable sea una historia que se recrea mostrando, casi de forma aleatoria, una amplia variedad de secretos y miserias de una familia que se está desmoronando. Sea como sea es necesario hacer un esfuerzo para llegar a un final, que por desgracia es bienvenido cuando acaba llegando.
Mi puntuación: 4/10
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