Durante seis capítulos de media hora cada uno, esta primera temporada de la serie nos muestra una manera de afrontar la pérdida de un ser querido, o mejor dicho, como sobrellevaría ese mal trago el actor Ricky Gervais, ya que básicamente su personaje es una versión de él mismo, o al menos de la imagen que vende, llevada al extremo del cinismo y sin nada que perder. Una propuesta que da mucho juego para impactarnos a base de humor negro, satírico y autodestructivo, que con el paso de los episodios se va ablandando y orientando a una moraleja que no desmerece ni desmiente lo contado anteriormente.
Aunque la figura central sigue siendo Gervais, también hay una serie de secundarios con personalidades muy marcadas y/o en situaciones límite, que sirven de contrapunto o fomentan el pesimismo irónico que caracteriza una serie, que sin destacar en ningún aspecto concreto, es capaz de provocar risas en repetidas ocasiones mientras nos hace reflexionar sobre la vida, aunque sea de un modo un pelín superfluo pero bien estudiado.
Aunque la figura central sigue siendo Gervais, también hay una serie de secundarios con personalidades muy marcadas y/o en situaciones límite, que sirven de contrapunto o fomentan el pesimismo irónico que caracteriza una serie, que sin destacar en ningún aspecto concreto, es capaz de provocar risas en repetidas ocasiones mientras nos hace reflexionar sobre la vida, aunque sea de un modo un pelín superfluo pero bien estudiado.
Mi puntuación: 7/10
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