El cine frecuentemente empareja a personajes de caracteres radicalmente diferentes. El nexo puede ser profesional, sentimental, crematístico o como la cinta en cuestión, la mera casualidad. Dos personas con edad, físico, sexo e intereses diferentes que se necesitan, aunque no lo sepan. A la manera de una road movie, el camino une y supera las diferencias de unos seres en caída libre, sin rumbo en la vida. El humor y el drama se alternan sin orden ni concierto, lógico si el caos reina en ambos, porque tragicomedia es el género en el que mejor encaja una producción que alcanza su principal objetivo, conmover entre risa y sonrisa. Los actores protagonistas, desconocidos por lo menos por nosotros, lo bordan. Habrá que retener sus nombres en la memoria: Sarah Jay y Matthew Jeffers.
Puntuación @tomgut65: 6/10