Vuelve el heredero de Rocky, pero esta vez sin Stallone y con su protagonista dirigiendo, y la verdad es que los cambios no le han sentado nada mal, recuperando las buena sensaciones de la primera entrega y contando una historia muy personal, que pese al dramatismo que rebosa en ciertos tramos resulta conmovedora, y lo más importante, te atrapa en todo momento. Como no puede ser de otro modo los combates de boxeo son el elemento clave que mueve la acción, pero en esta ocasión no son los causantes de los acontecimientos, si no la consecuencia de lo que nos están contando. Dicen que segundas partes no son buenas, y terceras aún menos. pero sin que sirva de precedente, este largometraje rompe está dinámica negativa aunque se antoja complicado mantenerla si deciden hacer una cuarta.
Mi puntuación 6/10
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