El talento tras las pantalla de Sidney Lumet se aúna a la perfección con el de Paul Newman delante de ella para dejarnos un drama judicial de tomo y lomo que sin ser tan trágico como cabría esperar lograr remover conciencias y dar un repaso crítico a varios estamentos de nuestra sociedad. En todo momento el protagonismo se balancea entre la vida personal del atormentado y talentoso abogado interpretado por Newman y un ajetreado juicio que sabe como mantener en vilo al espectador hasta el último segundo, a la espera del instante que da título a la película. Cine directo y de calidad que basa su éxito en saber contar su historia sin complicaciones ni artificios.
Mi puntuación: 7/10