Cine terrorífico patrio de mujeres hostigadas por un ente maligno, un machista venido de vaya usted a saber dónde en una maldición familiar heredada por las féminas de una línea de parentesco. Ahora ya no caben denuncias ni defensa posible, el maltratador y asesino escapa a todo control. Comprobamos que la violencia de género ha dado en el cine un paso más allá, literalmente, y gracias a la tecnología digital, también a la analógica cuando hace falta, se puede cruzar a otras realidades sin necesidad de conjuros o invocaciones; al género le ha sentado de maravilla este nuevo abanico de posibilidades argumentales. Lo cierto es que esta producción consigue mantener la angustia y la inquietud durante todo el metraje, los inevitables sobresaltos son gestionados con finura, sin abusar de los golpes de efecto y dice mucho a favor de la salud del género en España, que con frecuencia decepciona, pero de vez en cuando sobresalen obras, como es el caso, bien rematadas y vendibles en cualquier parte del mundo, entendible para todo tipo de público de cualquier cultura y nacionalidad.
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