Para poder seguir el enrevesado hilo de esta serie alemana vimos de nuevo la temporada inicial para de este modo enganchar con las dos siguientes, y últimas, e intentar no perdernos en los confines del espacio y el tiempo. Y menos mal que lo hicimos, ya que si creíamos que los diez primeros capítulos eran complicados y exigentes, los dieciséis que les seguían suben el listón a niveles pocas veces visto en televisión. Sin caer en destripes, se puede decir que la dificultad no radica en el aumento de personajes, ya que apenas se introducen nuevos, si no en la manera en que se mueven a lo largo y ancho de su propia existencia, y de la rebuscada interrelación y vínculos que les unen, haciendo muy necesario un árbol genealógico mental o material, y un esquema cronológico de los acontecimientos.
Cabe decir, que si bien cuesta de vez en cuando entender quién está haciendo qué y porqué, nada parece improvisado, y se agradece que no hayan alargado innecesariamente una trama que sus responsables tenían muy bien estudiada y orientada para no dejar de sorprendernos. Aún así, algunos cabos secundarios quedan un poco sueltos, pero la idea general de lo que nos querían contar, aunque nos hayamos perdido por el camino, queda bien cerrada y explicada en sus dos magistrales episodios finales. Por supuesto, los aspectos técnicos e interpretativos son cuanto menos impresionantes, con una ambientación orgánica que ayuda muchísimo para situarnos espaciotemporalmente, y unas actuaciones muy exigentes de un reparto que debe hacer malabares para plasmar con credibilidad las diferentes personalidades, momentos o edades de un mismo personaje.
Una serie única en forma y contenido que crea un mundo tan complejo y estimulante que consigue atraparte desde el primer instante bombardeando tu mente en lugares y formas que no sabías ni que existían.
Mi puntuación Temporadas 2 y 3: 7/10
Mi puntuación Serie completa: 8/10