Estamos ante un western épico, o mejor dicho de dimensiones bíblicas, que narra un grandilocuente relato en el que hay un éxodo multitudinario, un río de color sangre y hasta dramas familiares. Pero sin duda lo más importante son las relaciones entre su amplia variedad de personajes, destacando su dúo protagonista, con un Wayne en un papel más oscuro y menos heroico y honrado de lo habitual junto a un debutante Clift que pisaba fuerte demostrando lo magnífico actor que era, haciéndose aún más grande con el paso de los años. Todo esto dentro de un complejo contexto histórico y un trasfondo social, que a pesar de su repentino desenlace y fallidos últimos minutos, se sitúa en el top de su género.
Mi puntuación: 8/10
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