Un desatado e histriónico Burt Lancaster y una Jean Simmons fría e hipnótica forman una conjunción de talentos y matices complementarios. Por un lado la ambición más terrenal entremezclada con una fe persistente pese a su intermitencia, por otro la sinceridad y la misericordia tentadas por ilusiones mundanas. Los predicadores norteamericanos, hoy día tele-predicadores, son el principio y el fin de esta notable obra de Richard Brooks, quizá algo escandalosa en su momento pero, en cualquier caso, premonitoria vista en el tiempo la faz real de muchos propagandistas del “Evangelio”. Pese a todo estos parabienes adolece de ser pacata en su crítica del lucro religioso, quizá unos años más tarde habría podido ser más explicita, y por lo demás algo convencional en su aspecto visual. Pero, no importa, el que tenga ocasión de verla que no se la pierda.
Puntuación @tomgut65: 7/10
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