De Nueva Zelanda nos llega esta curiosa comedia sobre muertos vivientes que tira de un humor simple y desenfadado para hacernos reír en contadas ocasiones. Por otro lado como película de terror cumple a la hora de mostrar sangre, vísceras y mutilaciones pero en ningún momento causa miedo, ni lo pretende, más allá del típico susto derivado de una imagen o sonido impactante. Actuaciones en tono de parodia, una realización que no camufla su bajo presupuesto y un guión lleno de diálogos absurdos componen este entretenimiento sólo apto para seguidores acérrimos de los zombies.
Mi puntuación: 4/10
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