Primer
largometraje del director Darren Aronofsky, quien estrena películas con cuenta
gotas, aunque todas con algo que decir y llenas de calidad. En este caso
tenemos los albores de su peculiar estilo de dirección, caótico, con repetición
de los mismos planos y con un ritmo vertiginoso. Los poco conocidos actores que
aparecen cumplen en sus papeles y consiguen transmitir la sensación de agobio
que se respira en el ambiente. Lo más flojo quizás sea su trama, interesante al
principio pero demasiado alargada, la cual recuerda sospechosamente a la serie
de televisión "Touch", inspirada sin duda en esta película o como mínimo
en la misma idea de base.
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