Las leyes de la física rigen todo el universo conocido y, según esta película, los sentimientos también. La idea podría resultar ingeniosa y divertida, aplicar en clave de humor los principios matemáticos al amor y las relaciones, y durante unos minutos parece funcionar. Pero la fórmula se agota pronto, porque las situaciones no son divertidas y unos actores muy entregados no pueden salvar a un guion con una difícil estructura temporal, innecesariamente complicada, y unos personajes a los que les falta definición y gracia. En el lado positivo hay unas escenas arriesgadas pero que se resuelven de manera solvente, como el encontronazo que ya aparece en el tráiler, y por unos minutos entregan buen hacer cinematográfico. Lástima para las hermosas leyes de la termodinámica, tristemente desaprovechadas en una película que pierde su oportunidad de sorprender y divertir.
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