Tanto por su desafortunado título, como por la historia que relata e incluso por el estilo de filmación, esta película parece más un telefilme de sobremesa que otra cosa. La diferencia la marca un reparto compuesto por actores de la talla de Robert Redford y William Dafoe, quienes desprenden una química y un saber estar en pantalla dignos de su nombre, con diálogos y escenas realmente buenas, acompañados por la oscarizada Helen Mirren, que con un papel menos relevante, está a la altura de sus compañeros. Una trama sencilla con escenarios limitados, que mediante un ritmo tranquilo y una tensión in crescendo, es capaz de mantener nuestro interés y de conseguir un largometraje mínimamente aceptable.
Mi puntuación: 5/10