El cine del director P.T. Anderson siempre ha sido duro de asimilar, ya sea por el lento ritmo con el que siempre se desarrollan los hechos o por el profundo y meticuloso escudriño de sus personajes. Pero hasta el momento siempre sabíamos qué quería contarnos, algo que por desgracia no ocurre en esta película que da vueltas sobre lo mismo y que no lleva a ninguna parte, ya que una vez finalizada te quedas con la sensación de que todo lo que te han contado es irrelevante. Es innegable que la actuación de los dos protagonistas desborda calidad, pero es lo único que salva este intento de querer contarnos algo existencial, de un modo trascendental, pero carente de alma. Una peligrosa y pretenciosa dinámica que se intuía en "Pozos de ambición" y que aún llevó más lejos en Puro vicio.
Mi puntuación: 3/10